Rafael Nadal ambiciona lograr el domingo lo "inimaginable", cuando dispute su cuarta final de Wimbledon ante el checo Tomas Berdych, un hombre que accede a la última ronda de un Grand Slam por primera vez en su carrera y que sigue los pasos de su compatriota Ivan Lendl.
Para el ganador de Roland Garros y el mejor posicionado en el ránking mundial, dar un paso más en la historia del tenis se ha convertido, casi, en costumbre. Lo que no creía posible, lo "inimaginable", según él mismo expresó, es ya una realidad para el segundo favorito, quien apenas hace unos años tan sólo ambicionaba adaptarse a la engañosa superficie verde, para ponerse luego como meta "jugar bien en hierba".
Con cuatro finales en estas instalaciones y un trofeo de campeón en su palmarés (en el 2008, cuando venció al suizo Roger Federer en un trepidante duelo de casi 5 horas), Nadal se adentra ya en su cuarta final encadenada en este elitista club, donde una lesión de rodillas le obligó el año pasado a seguir desde el sofá de su casa el pulso librado entre el helvético y el americano Andy Roddick.
Es, precisamente, el estado de esas delicadas rodillas lo único que podría inquietar al campeón de Roland Garros, que notó dolor en momentos puntuales de esta edición pero que asegura, ahora, que no tiene problemas. "No me puedo quejar de nada. Esto sí que me preocupaba. Confiemos en que para mañana se mantengan igual de bien", expresó el manacorense tras entrenarse en la pista 17 del All England Club, donde le devolvió los golpes el júnior estadounidense Michel Krueger.
Con 40 títulos a sus espaldas, 4 conseguidos esta temporada, el balear supo salir de una época complicada, donde las lesiones se convirtieron en su gran enemigo, para arrancar esta campaña en condiciones óptimas, con un soberbio nivel en la cancha y una notable disposición mental. La combinación de experiencia, habilidad, y los trofeos acumulados en los últimos meses han dado al tenista una "tranquilidad extra".
"Si se gana, para mí será algo impresionante, es mucho más que un sueño volver a ganar aquí, en Londres, en Wimbledon, pero si se pierde, creo que he hecho todo lo que tenía que hacer para estar donde estoy y estoy orgulloso de todo", dijo Nadal.
Salir el domingo a la "Catedral" en un duelo en el que por primera vez en siete años no figurará un Federer que dijo adiós en cuartos de final supone la consumación de un sueño: "Es algo increíble, inimaginable, en mi vida podría haberme imaginado estar cuatro veces aquí, en el último día de Wimbledon", admitió el balear.
Pero nada llega por casualidad. El mallorquín ha sabido derribar convenientemente cada obstáculo planteado en el cuadro masculino. Fue despidiendo al japonés Kei Nishikori, al holandés Robin Haase -frente al que disputó el primer encuentro resuelto en 5 sets desde la final del Abierto de Australia en el 2009-, al alemán Philipp Petzschner, al francés Paul-Henri Mathieu, al sueco Robin Soderling y al británico Andy Murray.
Berdych es cosa seria
El próximo (y definitivo) escollo: Un Berdych que ha variado su actitud, que va sobrado de confianza, que encadena golpes letales y que ha echado al mismísimo Federer de su torneo fetiche. Sin dudas, que el checo esta disfrutando con creces este torneo que lo ha tenido como verdugo de peces gordos, al eliminar a Roger y Nole esta semana.
Su entrenador y tío, Toni Nadal, advertía que el checo no es ningún novato y recordaba que el decimotercero del mundo viene de jugar una semifinal en Roland Garros; ha hecho buenos partidos -en Miami jugó la final contra Roddick– y "tiene el potencial para poder ganar aquí".
Aunque de los diez enfrentamientos previos disputados entre ambos, y de los que tan sólo tres ganó Berdych, los seis últimos, desde el año 2007, se los llevó Nadal, que podría convertirse en el primer español que se proclama campeón aquí en dos ocasiones.
Además, si el número uno se impone a Berdych, encadenará su octavo título de Grand Slam, algo que también hicieron Andre Agassi, Jimmy Connors, Ivan Lendl, Fred Perry y Ken Rosewell.
El preparador de Nadal también comentaba que en una final de Wimbledon, no vas a ganar "a tu amigo de Manacor" al prevenir sobre la dificultad de todos los rivales en estos torneos.
Nadal también lo tiene claro: "Favorito va a ser el que mañana levante la Copa". Además, el campeón de París subrayó que el otro finalista "ha hecho un torneazo, ganando a Federer, a Djokovic, a rivales de grandísimo nivel" y va a salir a la pista "creyendo que puede ganar".
Nadal sabe que no tiene un "saque bomba"; es más, admite que, quizá, es el menos "sacador" de los últimos ganadores de esta competición pero confía en él: un saque seguro, con un alto porcentaje y que le permite dominar los puntos con su primer golpe después del saque.
Por su parte, en su séptima incursión en este "grande", el semifinalista del Abierto de París asegura que no teme a ningún oponente. El ganador del torneo de Halle en el 2007, que se colocaría séptimo en el ránking mundial, anticipa a un Nadal "agresivo".
Contra ese adversario cuenta, además, con un saldo negativo: 7 derrotas por tres victorias, cosechadas en Cincinnatti, en el 2005, en Canadá, en el 2006 (ambas en pista dura) y en Madrid, en el 2006 (dura, en sala).
El verdugo de Federer se aferra al optimismo, extrae lecciones positivas de esos tres triunfos sobre Nadal y recuerda que "vencer al primer o segundo jugador del mundo no es algo que ocurra a menudo".