Las insustituibles pelotitas para la practica del tenis sufre increíbles problemas para su distribución y uso, tanto en el área de esparcimiento como en competencias diversas. Nuestro colega Quique Cano investigó acerca de este tema.
El tenis es un deporte que ha crecido en todo el mundo con la finalización de los aislamientos por la pandemia, pero hoy corre riesgo de perder muchos adeptos y hasta de dejar de practicarse en la Argentina a causa de un hecho tan inesperado como inimaginable, la carencia de uno de sus elementos primordiales: la pelotita.
Las razones de la escasez de pelotitas son varias y despertaron la alarma entre quienes practican tenis en el país. Una mañana, los jugadores, profesores y los habitués de clubes descubrieron que no encontraban la forma de reponer ese elemento crucial al que gozan de hacer viajar de un lado a otro por sobre la red. Si hasta Guido Pella (integrante del equipo campeón de Copa Davis) dijo en agosto que era muy difícil entrenar en la Argentina: “Además del frío, en el país no hay pelotitas”.
Cuestiones impositivas, bloqueos a la importación, interposiciones antidumping, la problemática del transporte internacional, falta de inversión y el tipo de cambio atentan contra la posibilidad de cubrir las necesidades del consumo local.
En la Argentina existen dos empresas nacionales dedicadas a la fabricación de pelotas de tenis. Mafer, con una línea de producción que alcanza unas 5 mil unidades diarias, y Penn, la más importante, que podría llegar a un producido de unas 26 mil por jornada, hoy está trabajando a la mitad de su posibilidad, debido a las demoras en la entregas de componentes.
Si bien se reconoce que hace falta una inversión mayor para actualizar las líneas de producción de pelotitas y llevarlas a generar una mayor cantidad de pelotitas mensuales para llegar el autoabastecimiento, lo cierto es que, en muchos casos, esos productos no alcanzan el estándar de competencia profesional y debe recurrirse a las marcas importadas con representación en el país. Los jugadores profesionales y los juniors que compiten de manera internacional precisan de esa calidad de pelotas para entrenarse y no es suficiente con lo que llega desde el exterior.
Esta es una de las razones por la que varios torneos de menores y juveniles dentro del calendario de la Asociación Argentina de Tenis no se han podido llevar a cabo, como en Corrientes.
¿Pero cuál es el inconveniente de traerlas o fabricar la cantidad necesaria? Las empresas que tienen la representación de firmas extranjeras en el país, como Babolat, Wilson, Dunlop y Head no están realizando promociones de sus productos, ya que no consiguen mantener una regularidad en el ingreso de mercadería. Esto se relaciona con cuestiones de índole de regulación monetaria, arancelarias, de protecciones y el tiempo de espera hasta poder sacar la mercadería de la Aduana.
Al importar cualquier tipo de producto debe hacerse la compra en dólares y girar el importe al exterior en esa divisa, algo que se trata de evitar en este momento. Además, se aplican las leyes de protección a determinados productos que tengan fabricación en el país, sin importar su calidad, lo que obliga a un doble pedido de excepción ante la Secretaría de Comercio, para contar con la autorización de la importación, dado que no aplica la licencia automática ante una falta de respuesta de la institución. Y esa respuesta, en la mayoría de los casos, tiene una fuerte demora.
Para comprender aún más la problemática y el contexto, productos como las pelotitas de tenis, zapatillas y textiles son parte de la industria protegida en nuestro país, lo que provoca aún más demoras y un costo arancelario mayor. Por esta razón, las pelotitas de tenis gozan de una doble protección arancelaria aquí, porque se le agrega el pago de derecho antidumping (medida aduanera de defensa comercial que se impone cuando un valor importado es inferior al precio que aplica fabricándose en el propio país), solicitado por la empresa argentina ante la Justicia.
Es por esto que las licenciatarias acuden al “recurso de amparo”, para poder hacerse de la mercadería. Pero, para que el contenedor con las pelotitas (unos 24 mil tubos) pueda cruzar la barrera de los depósitos de Aduana, no sólo se debe contar con ese permiso de importación, sino también con paciencia. La demora es de entre 3 y 6 meses para liberar la mercadería. En el medio, se deben pagar gastos por el tiempo de almacenaje hasta que sale de Aduana y el seguro correspondiente, todos valores que se suman a los arancelarios que encarecen el producto. Por ejemplo, sólo por derecho antidumping corresponde el pago de un 25% sobre la base imponible del producto importado. En el caso de las pelotitas la incidencia sería de unos 0,60 dólares por tubo, a lo que debe agregarse los aranceles aduaneros, seguros y almacenamiento.
“Pero una vez que la mercadería está en poder del importador, se vende inmediatamente”, dicen desde una de las licenciatarias, y lo mismo sucede con estos productos cuando llegan a los negocios minoristas.
Para tener una comparativa de precios, respecto al costo al público en Argentina y en el exterior, tres pelotas sueltas (de granel) se venden de $ 900.- a $ 1.100.-, (unos U$S 9.- o 10.-, tipo de cambio oficial), mientras que el costo de un tubo de tres pelotas (presurizadas), dependiendo la calidad y marca, va de $ 1.250.- a $ 1.950.- (U$S 12,50 y U$S 19,50, respectivamente). En Estados Unidos o Europa, el costo del primer tipo de pelotas es menos de la mitad (U$S 4,28) y el de los tubos varía entre U$S 6.- y U$S 15.-, el de mayor calidad del mercado.
Por eso adquiere importancia la fabricación nacional. El tenis fue uno de los primeros deportes que se permitieron practicar, a medida que los gobiernos del mundo fueron alivianando la cuarentena. La distancia entre los jugadores y el hecho de realizarlo al aire libre hizo que muchos más se lanzaran a practicarlo y esto provocó una mayor demanda a una industria que estaba detenida y que se fue acomodando con las semanas y los meses. Mucho más acentuado se dio en Argentina. Ubicada en el Parque Industrial La Cantábrica, de Haedo, la planta de la fábrica Penn “estuvo parada desde el 20 de marzo hasta el 24 de julio de 2020” y fue muy complicado volver a ponerla a operar normalmente debido a las consecuencias negativas que generó tener paradas las máquinas y las instalaciones”.
Las pelotitas constan de dos elementos: el caucho y el paño, que proceden de Inglaterra y Tailandia. Todos los fabricantes adquieren ahí el paño, es más, muchas marcas las fabrican con la misma línea de producción de la misma empresa asiática y sólo cambian el sello y el packaging de la compañía que las sacará a la venta. “La gran demanda mundial de pelotas de tenis post pandemia provocó una sobredemanda del producto”, comenta Daniel Lucchetti, presidente de la empresa argentina. Esto provocó escasez o demoras muy superiores a las normales en las entregas de paño por parte de las fábricas.
Además, en el contexto de pandemia, los protocolos de seguridad a cumplir dificultaron la operatoria normal portuaria y el transporte internacional se vio afectado por serios retrasos que agravaron la demora. Si antes de 2020 los paños eran parte normal de una carga, ahora debían esperar a que se completara la capacidad de carga del transporte o, en su defecto, la nave hacía diferentes escalas en el trayecto, para ir recogiendo más contenedores por el camino.
Otro hecho que se agregaba a la problemática del traslado era que los buques de procedencia china no podían ingresar al puerto de Buenos Aires, por lo que el cargamento iba directo a Brasil y, luego de un pase de carga a otra embarcación, salía con destino a la Argentina. Lo que generaba más tiempo y aumentaba el costo del shipping, por lo que resultaba dificultoso volver a recomponer los stocks de paño.
“Antes de la pandemia, el tiempo de demora desde el momento en el que se pedía el paño hasta recibirlo era de 3 meses, como máximo. Pero, ahora, ese proceso puede llegar a demorar hasta 6 meses”, comenta Lucchetti.
El otro componente para la fabricación de una pelotita no es menos importante, ya que el compuesto del caucho determina todas las propiedades que el jugador experimenta al momento de jugar. En el caso de la planta en Argentina, este punto fue “uno de los principales beneficios del contrato de transferencia de tecnología que firmamos con el principal fabricante mundial de pelotas de tenis”, aseguran desde la empresa que, luego de comprar (en Argentina o el exterior) todos los ingredientes del compuesto, se lo mezcla en su propia planta de mezclado de goma. En cuanto a la tinta que se emplea para el sello de la marca en el paño, también llega desde China, dado que la misma es especial y no puede contener plomo.
Una vez reunidos todos los elementos, el tiempo que transcurre desde que comienza el proceso de fabricación y control de calidad hasta que el consumidor recibe el producto es de 48 horas. Aunque, como en todo proceso de fabricación existen imponderables, como cuando alguna de las máquinas -por sus años o uso- requiere de algún mantenimiento o reparación, o también el de los tubos. En una ocasión, a la empresa argentina llegaron tubos para presurizar con algún milímetro menos de extensión que el necesario para poder cerrarlos, por lo que la máquina encargada de la operación no pudo llevar el proceso de manera adecuada y los tubos eran lanzados sin poder sellarse. En este momento, para una mayor velocidad de distribución, la forma elegida es la denominada “a granel”, simplemente sueltas dentro de una bolsa y en no menos de 20 unidades.
En definitiva, el insatisfecho mercado del tenis argentino precisa aproximadamente entre 700 mil y 1 millón de pelotitas mensuales, pero en la actualidad no llega a cubrir esa necesidad de manera continua, por lo que academias, profesores de tenis, jugadores y aficionados miran con preocupación el futuro no sólo de las competencias, sino también la práctica del tenis en la Argentina.
Fuente: Quique Cano
Credito: Infobae