Y un día, llegó la hora de Andy Murray. El escocés, que subirá al número 3 del mundo en el próximo ranking, venció a Novak Djokovic por 7-6 (12-10), 7-5, 2-6, 3-6 y 6-2 para ganar el US Open y liquidar la asignatura que le quedaba pendiente: ganar un título de Grand Slam.
En el comienzo del encuentro, la bandera de Estados Unidos arriba de la pantalla gigante del estadio bailaba de un lado a otro. El clima otra vez jugaba su partido en el US Open, esta vez nada menos que en la esperada final entre Murray y Djokovic. El viento, que cruzaba con fuerza el Arthur Ashe, era un factor importante en el partido como lo había sido el sábado pasado. Y, tal como en la primera parte de la semifinal ante Ferrer, al serbio le costó más que a su rival adaptarse a la situación.
Las imprecisiones aparecieron en ese inicio, con una pelota que por momentos se frenaba en el aire y en otros se iba larga ante un golpe que iba destinado a la línea. El serbio caminaba por el partido como si estuviera sobre una cornisa: con golpes con poco riesgo, sin mucha fuerza, muy pendiente de no fallar ante las condiciones que se le presentaban. Murray pudo aprovechar el arranque frío de Djokovic para quebrar en el primer game del partido, aunque Nole lo recuperó en el juego siguiente. Ya cuando el escocés obtuvo un nuevo break para ponerse 3-2, se mostraba como dominador del juego. Pero el serbio, que había tenido el mérito de no desconcentrarse y por eso mantener el resultado a mano, empezó a encontrar la vuelta para desplegar su juego. Así, casi naturalmente, recuperó en el octavo game el break en contra.
Ya con los dos en un nivel aceptable y más golpes dignos de una final de Grand Slam, llegaron entonces al tie-break. Fue cambiante, con la misma tónica del resto del partido. Y quedó para el escocés, que necesitó seis set points para poder cerrar el parcial por 12-10.
En el segundo set, Djokovic parecía sentirse cada vez más incómodo con el desarrollo del partido. Murray capitalizó ese momento y se puso 4-0 arriba. Parecía que el parcial estaba liquidado. Pero el serbio, que entendió que si seguía sin arriesgar marchaba hacia la caída, empezó a pegarle en serio a la pelota. Y tuvo frutos. Primero acortó distancias al quebrar en el quinto game y sembró una semilla de inseguridad del otro lado. Y después volvió a quebrar cuando Andy sacó para set. El partido era otro. Pero de repente volvió a pasar el tren a la victoria para Murray: Nole se encontró sacando 5-6 y 15-40. Levantó el primer set point, pero después su derecha se fue ancha: era 7-5. Andy estaba a un paso del triunfo y de su primer Grand Slam.
El tercer set vio una versión completamente diferente de los dos. Djokovic continuó la buena senda de su reacción -finalmente frustrada- del parcial anterior. De entrada se puso break arriba, y cerró con otro quiebre como para que el escocés advirtiera la señal: Nole no estaba resignado, ni mucho menos que eso.
Terminó de quedar claro que había un nuevo tiempo en la final cuando Djokovic quebró en el primer game del cuarto parcial. El campeón de 2011 ya defendía como una pared, su saque funcionaba mejor y su derecha deliciosa y potente hacía mucho daño. Y más allá de un punto memorable que quedó del lado de Murray y con Nole despatarrado en el piso tras una gran defensa, el serbio ya dominaba el partido. Tanto que con el saque de Murray selló el 6-3, que llevaba al quinto set el desenlace de una final que será recordada por mucho tiempo.
El escocés mostró su hambre en el arranque del quinto set, cuando -ayudado un poco por la suerte de un desvío en la red- consiguió un break en el primer juego. El estadio, volcado en su mayoría a favor de Andy, vibraba como no lo había hecho en casi todo el US Open, ante un espectáculo con buena técnica pero sobre todo muy emocionante. Llegó a ponerse 3-0 con su saque, aunque resignó uno de los breaks en el juego siguiente. Nole erraba más y la técnica de Murray había reaparecido en escena, pero no se podía asegurar nada sobre el desenlace.
Sí hubo mucho olor a historia liquidada cuando Murray quebró de nuevo al serbio para ponerse 5-2. El serbio pidió atención médica y se ganó la reprobación de buena parte del estadio. Andy estaba en otra cosa y caminaba hacia la gloria. Cuando la pelota de Djokovic se fue larga, se consumó el final. Era justicia: el cuarto fantástico ya tenía su título grande en la mochila.