Como un huracán que arrasa con todo, Novak Djokovic volvió a perforar el armazón de Rafael Nadal. En una final jugada al límite y con un tenis superlativo, Djokovic doblegó ayer en cuatro sets por 6-2, 6-4, 6-7 (3), 6-1 al campeón vigente Nadal para atrapar su primer título en el Abierto de Estados Unidos y su tercer trofeo de Grand Slam en la temporada.
La consagración en Flushing Meadows le puso signos de exclamación a la sublime temporada del serbio, una de las mejores en la historia del deporte. Su récord es un increíble 64-2 con 10 títulos.
"Ha sido un año increíble y no para", afirmó Djokovic, cuya condición como número uno del mundo se consolida aún más. Esta fue su sexta victoria en igual número de partidos ante Nadal este año, todas en finales.
Campeón del Abierto de Australia y Wimbledon, donde venció al español en la final, Djokovic se convirtió en el sexto hombre en la historia que conquista tres coronas en las citas grandes en la misma temporada. Sólo le falta el Abierto de Francia para tener la colección completa.
"Este partido va a dejar un gran recuerdo para todos los aficionados del tenis en los próximos años", dijo Djokovic, quien acabó el partido con molestias en la espalda.
Cualquiera que mire el resultado sin haber visto el partido dirá que fue un duelo apacible para Djokovic. Pero el marcador miente. De cuatro horas y 10 minutos (la cuarta final más larga del torneo desde 1980), con peloteos interminables y un derroche de intensidad por parte de ambos, la definición en el estadio Arthur Ashe fue épica y algo más.
Los mejores golpes que asemejaban latigazos. Los ángulos imposibles. La defensa de un todo terreno. Y lo principal, una mentalidad ganadora. Djokovic estuvo al tope en todos esos rubros.
"Lo que has logrado este año es imposible de repetir", dijo Nadal dirigiéndose a Djokovic en la ceremonia de presentación del trofeo.
Once veces logró el serbio romperle el saque a su oponente. Se trata de una cantidad sin antecedentes para Nadal en los 163 partidos de Grand Slam que ha disputado.
Nadal se puso arriba 2-0 en los dos primeros sets, pero Djokovic supo remontar en cada uno. En el primero, por ejemplo, hilvanó seis games seguidos.
Y el partido arrojó quizás uno de los games más vibrantes de la historia, el quinto del segundo. Duró 17 minutos y 15 segundos, con ocho deuces y 22 puntos ganados por Djokovic, quien se lo embolsó con su sexta bola de quiebre. Tal vez ahora Nadal podrá entender lo que muchos de sus rivales han tenido que pasar al caer subyugados ante su potencia.
Pensar que hace 12 meses, tras vencer a Djokovic en la final, Nadal era el hombre que reinaba desde la cima del tenis, con su tercer título de un Slam en la temporada. Djokovic es ahora el mandamás, en una temporada espectacular.
Sólo flaqueó en el tercer set, en el que Nadal logró quebrarle cuando sacó para el partido con la cuenta 6-5 y luego dominó fácilmente el desempate. El serbio evidenció después molestias en la espalda y recibió tres veces ayuda del kinesiólogo, incluyendo masajes y analgésicos.
Pero el cuarto set fue todo suyo ante un Nadal que pareció perder el ritmo tras las interrupciones. Remató remató el partido con un winner de derecha. Arrojó por los aires su raqueta y se tiró sobre la pista de cemento como si se estuviese desinflando tras semejante esfuerzo.
Esta final fue la cuarta consecutiva del US Open que se disputó en un lunes debido a la lluvia.
Djokovic entró a la cancha con un gorro con el logo de los bomberos de Nueva York, un gesto para una ciudad que el día previo conmemoró el décimo aniversario de los atentados terroristas del 11 de septiembre.
El trámite tan penetrante hizo que la gente en las tribunas no controlara sus impulsos, a menudo pegando gritos en medio de los puntos o cuando los jugadores sacaban para el enojo de los mismos.
La clave del duelo fue la efectividad de Djokovic en la devolución de servicio, constantemente poniendo a Nadal en aprietos. Fue así que apiló 26 bolas de quiebre.
Un dato particularmente llamativo fue que Nadal logró quebrarle cuatro veces el saque a Djokovic para luego ver roto el suyo. Nadal planteó inicialmente el duelo con paciencia metódica, pero acabó diluyéndose. Apremiado por buscar respuesta, el español daba miradas al palco donde estaba sentado su tío y entrenador, Toni Nadal. Pero nada.
Su rival, en cambio, lo hacía todo bien al registrar 55 winners, 23 más que Nadal. El repunte de Djokovic este año empezó cuando en diciembre pasado condujo a Serbia a su primer título en la Copa Davis, llenándose de confianza.
Fue así que ganó 43 partidos consecutivos hasta que Roger Federer le ganó en las semifinales de Roland Garros. También ha hablado sobre su mejor preparación física y el cumplir con una dieta sin ingesta de gluten.
"¿Qué cenaste anoche?", le preguntó una periodista. "Nada con gluten, pero esta noche sí lo voy a hacer … y mucho alcohol", respondió Djokovic.
La reflexión de Rafa
Nadal trató de valorar su temporada, una en la que se coronó en la arcilla de París para su décimo título de Grand Slam y además se entreveró en dos finales de los grandes.
"Esto es doloroso, pero me mantengo positivo. Voy a seguir intentándolo hasta cambiarlo", dijo Nadal sobre la hegemonía que Djokovic ejerce en su contra.
"Nada es eterno y evidentemente él no va a estar siempre al nivel que ha estado este año", añadió. "Y si lo está, voy a estar preparado para combatirlo".