Diego Schwartzman se topó con la mejor versión de Rafael Nadal en Roland Garros. El español en sets corridos trunco las aspiraciones del Peque de llegar a la final.
Ese espejismo que transito en Roma hace muy pocos días [12] Diego Schwartzman, se topó con la realidad este viernes en Paris. Es que [2] Rafael Nadal, el dueño de casa, no fue el mismo del Foro Itálico y hoy justificó su rol de eterno candidato, venciendo al argentino en sets corridos por 6-3, 6-3 y 7-6 (0) en 190 minutos.
Un score mentiroso, porque en todo el match, Schwartzman estuvo en partido, intentó, pinceló con muchos puntos lujosos su actualidad pero no le alcanzó ante un Nadal que tuvo respuestas de principio a fin del encuentro.
Nadal buscará su título número 13 en el Abierto parisino e igualar el récord de 20 Grand Slams de Roger Federer. Será ante el serbio [1] Novak Djokovic, quien derrotó en segundo turno al griego [5] Stefanos Tsitsipas por 6-3, 6-2, 5-7, 4-6 y 6-1.
Un primer game de 14 minutos y dos chances de quiebre para el Peque daban la muestra de lo que pintaba para el partido. Ninguno especuló, ni midió a su rival. Por el contrario, ambos avisaron que tenian hambre y artillería para el combate.
Pero en una oportunidad a su mano, Nadal quebró y consiguió rápido la primera distancia en el partido. Con eso le bastó para llevarse el set por 6-3, donde los puntos eran muy disputados y ninguno se daba tregua.
El punto flaco de Schwartzman, se sabe que es su servicio, y fue el blanco que eligió Nadal para hacer daño. Desde cada segundo saque logró llevarse agua a su molino, y con esa formula mas su entrega habitual, le alcanzó para marcar diferencias.
Con empeño, Schwartzman, lejos de aflojar, siguió insistiendo, con potentes golpes, buscando ángulos, tirando drops (no estuvo muy efectivo en ese rubro), tratando de manejar variantes. Y Nadal, tuvo respuestas a todos sus intentos.
No había preocupaciones por el físico, piernas, o mentalidad. En absoluto, la batalla pasaba por el tenis exclusivamente, y allí Rafa marco la cancha.
Poco se lo podía reprochar a Schwartzman. Estuvo a tiro de recuperar el break en el sexto juego, se puso 0-30 con dos puntos exquisitos que lo hicieron cerrar el puño y dibujar una sonrisa. Pero Nadal resucita todo el tiempo, nunca deja de lado su lucha, persevera y golpea al limite de frustrar a cualquiera. Y de esa manera volvió a llevarse el parcial 6-3.
El tercer set se jugó con una tensión diferente: para Rafa era el empujón final hacia una nueva final de Roland Garros. Para Diego, la sensación era la de quien ya tiene pocas cartas por jugar, y la seguridad de que necesitaría cinco sets para provocar el milagro.
Pero no solo no se rindió el argentino sino que recuperó dos quiebres y mostró su mejor repertorio en los instantes decisivos del partido, cuando la presión está en su punto más alto. Fue el mejor Schwartzman del match. Arriesgando mas, un poco mas fino, y valiente, que por momentos mareo a Nadal, pensando que tal vez el Peque de Roma estaba apareciendo en escena.
Ya en el 5-5 y con el saque del español, Schwartzman tuvo tres chances para pasar al frente y tener su oportunidad de sacar para set. Pero asi como las tuvo, se le fueron con Rafa encendido y marcando presencia. Fue el momento de mejor nivel del encuentro, el mejor game del partido. Y claro, fue para Nadal.
Esa remontada de Schwartzman, desemboco en el tie break. Entregados ambos a dar el todo por el todo, los riesgos del argentino fueron acompañados de imprecisiones, que le valieron el desenlace (en cero) y el match para el español.
Nadal se instala nuevamente en otra definición de Roland Garros. Pero antes tuvo que vencer a Schwartzman, que impone otro respeto, posee jerarquía propia y causa admiración. Es que el Peque, cada vez es menos Peque …
Fuente: Fer Gómez – Agencias