Un clásico en la final

La historia del tenis ha vuelto a convocar al español Rafael Nadal y al suizo Roger Federer en la pista Philippe Chatrier en un duelo en el que el número uno del mundo defenderá su corona frente al mejor tenista de todos los tiempos.

En liza, en la que será la decimonovena final entre estas dos leyendas activas del deporte, además de un Roland Garros, hay mucho más que un título de Grand Slam, el décimo para Nadal, el decimoséptimo para Federer.

De entrada, el suizo y el español se quedarán solo a una final de alcanzar las 20 que disputaron el checo Ivan Lendl y el estadounidense John McEnroe, dos mitos aferrados a la memoria colectiva del tenis.

Aunque ninguna otra pareja de tenistas ha disputado nunca tantas finales de Grand Slam (la de mañana será la octava), a Federer y Nadal les quedará un escalón menos hasta la atalaya desde la que un día gritarán que la suya es la rivalidad más memorable de la historia de su deporte.

Los números apabullan. Entre ambos suman una 383 semanas como número 1 (285 del suizo y 98 del español), es decir, más de siete años mandando sobre el circuito. Atesoran 25 títulos de Grand Slam y un total de 112 títulos en individuales y así, páginas y páginas con datos a cuál más extraordinario.

"Siempre es un honor jugar contra él y no es una sorpresa verle en otra final de Grand Slam", reitera Nadal, a pesar de que Federer no pise esas plazas desde que ganara el Abierto de Australia en 2010 y de que haya caído hasta el número 3 del ránking mundial. De todos los honores que mañana se jugaránFederer y Nadal en la tierra batida de París, el español es el que más fichas arriesga.

Nadal pondrá sobre el tapete de arcilla el número uno del mundo. Si gana, lo conservará hasta que termine Wimbledon e igualará las 100 semanas de liderazgo que atesora el mítico Andre Agassi. Si pierde, el serbio Novak Djokovic se hará con la corona.

Además, Nadal sacará a la cancha su hegemonía en Roland Garros contra Federer. El suizo ya logró que el mundo del tenis le considerase finalmente mejor que Pete Sampras cuando ganó el Grand Slam de París en 2009, algo que nunca consiguió el estadounidense. Sin embargo, Federer disputó aquella final contra el sueco Robin Soderling, no contra Nadal, como había hecho los tres últimos años.

Este 2011, los ha encontrado en dos oportunidades y en Masters 1000, en Indian Wells y Madrid por semifinales, y con victorias en ambas del ahora nº 1 ATP.

Si consigue doblegar al español, sumará a su excelso palmarés la gesta de haber logrado inclinar a Nadal en su tierra prometida y en un año en el que la lógica de los números -imprecisa cuando se trata de deporte- preconizaba un duelo entre Djokovic y Nadal.

Para cumplir objetivos, en un momento en el que el de Basilea siente que está jugando un gran nivel de tenis, Federer aprovechó para entrenarse un rato el sábado en la pista central contra un zurdo y adaptarse al golpeo de Nadal.

Con un parcial de 16 victorias para Nadal en los 24 partidos que ha disputado contra Federer y los títulos de las tres últimas finales de Roland Garros entre ambos, los números vuelven a augurar una nueva victoria del mallorquín.

"Tres años después, es imposible comparar los partidos", dice Nadal, que prefiere no pensar en si la estadística le beneficia, aunque le haya ganado a Federer 13 de los 15 partidos que han disputado en tierra batida. La única receta es "hacerle sentir que no puede golpear la pelota con comodidad" porque Federer llega con el depósito de confianza rebosante tras romper la racha de 43 victorias consecutivas de Djokovic y cuenta con un exquisito repertorio tenístico, asume el español.

"Tiene un servicio espectacular. Se te puede meter dentro, te puede subir a la red, te puede tirar golpes ganadores de cualquier lado, se está moviendo muy bien…."  resume el mallorquín, que, sin prometer un partido memorable, reconoce que algunos de los mejores encuentros entre ambos han sido finales.

Y es que el de mañana tiene todos los ingredientes para serlo: el escenario, los contrincantes, la épica, la técnica… siempre que la lluvia no quiera tiznar de anécdotas otro partido histórico.

"No tengo el poder para controlar el clima. Si llueve pensaré que es una ventaja para mí, si sale el sol, también. Siempre hay que pensar positivo", sentenció Nadal.-

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