El austríaco Dominic Thiem estaba contra las cuerdas, pero tuvo capacidad de respuesta y torció al alemán Alex Zverev para derrotarlo en cinco sets consiguiendo su primer US Open y GS.
Nueva York fue escenario de una final de US Open sin Djokovic, Nadal o Federer. Pero [2[ Thiem y [5] Zverev aportaron en cuenta gotas, algo de vértigo y emoción en una definición inédita y que apunta a repetirse a futuro en citas venideras.
Cualquiera podía llevarse el titulo, y estaba bien. Pero Thiem, tuvo un poco, solo un porción mayor de pulso que Zverev, y solamente por ese margen capturo su primer Major.
Sin dudas que ha pasado de ser adolescente a adulto en dos horas, lo que ha durado la final del US Open. Han sido tantos años de terminar Grand Slams con lagrimas de derrota (2 RG y 1 AO), que lo de Dominic Thiem anoche ha sido como un pacto con la justicia. El austríaco ya tiene eso por lo que llevaba peleando desde hace más de un lustro.
El encuentro, resuelto en un agónico quinto set (lo mejor que dieron durante el encuentro), terminó siendo más una batalla física y mental que de tenis. Zverev no solo dominó absolutamente los dos primeros sets, sino que en el quinto llegó a servir para ganar la final y sumar su primer Grand Slam, pero las dudas martillearon su cabeza en ese momento y le impidieron cerrar el encuentro, algo que le iba a pasar a Thiem pocos minutos después, cuando servía con 6-5.
Como dato curioso, en los dos games que los dos pudieron cerrar para campeonato, ninguno logro siquiera ponerse match point. Una muestra de lo irregular y los nervios que invadió a ambos.
Y es que fue en esos momentos cuando las dudas y los miedos se apoderaron de una final entre dos jugadores que no habían ganado ningún Grand Slam. Esa presión la sintieron como nunca antes cuando dispusieron de esa clara opción de ganar la final.
Cerró Thiem por 2-6, 4-6, 6-4, 6-3 y 7-6 (6) y celebró a lo grande su primer Grand Slam, un hito que le llega mucho más tarde de lo que lo ha merecido un jugador que había chocado una y otra vez ante Rafa Nadal, con quien ha perdido dos finales de Roland Garros, y ante Novak Djokovic, con quien perdió la final del último Open de Australia.
No lo dejó escapar esta vez, aunque a punto estuvo. Zverev salvó dos bolas de partido en el tie break final, pero ya no pudo con la tercera, la que no olvidará nunca Dominic Thiem y la que le permitió tumbarse en la pista Arthur Ashe, sabedor de que tenía su primer Grand Slam en la vitrina, uno ganado a pulso y en condiciones especiales, sin público, con Nadal y Federer en Europa y con la famosa y polémica descalificación de Novak Djokovic.
Pero nada de todo eso empaña el triunfo del tenista austríaco, que ha mostrado un tenis inapelable durante los quince días, que ha sido el mejor y que ha sabido sobreponerse a una situación inicial totalmente inesperada y a un final digno de película, acalambrado, roto y lleno de incertidumbre.
Dominic Thiem ya tiene su primer trofeo de caza mayor, mientras que Alexander Zverev, que ha disputado su primera final, se marcha orgulloso de Nueva York, aunque triste por haber dejado pasar esta gran oportunidad. Tendrá más seguramente por delante. La nueva generación ya gana en las plazas importantes.
Dominic Thiem y Naomi Osaka siempre serán recordados por haber ganado el primer Grand Slam tras el parate provocado por la pandemia del coronavirus.
Fuente : Fer Gómez / EFE (Practicodeporte@efe.com)