Dame una señal, de Maná, es el tema que más veces recibe el play en su Ipod. También hay lugar para Soda Stereo, Madonna, Coldplay y U2, pero la banda mexicana está, hoy, en la cima del chart de gustos musicales de Juan Martín del Potro. Una señal clara ya le había dado este sorprendente Roland Garros: su amigo Novak Djokovic, potencial rival en cuartos de final, se fue en la tercera ronda. Ahora, las luces se encendieron, las alarmas no paran de sonar, la noticia recorre el mundo: Rafael Nadal, la bestia, el número uno del planeta, ha perdido, ya no estará en una hipotética final ante JM. Es el momento ideal para que Delpo entregue una muestra de cuánto puede relinchar en un torneo que le empieza a abrir las puertas para hacer historia.
En tres partidos, no perdió un set. Cuando saca bien, aplasta. Y cuando no, ofrece otras virtudes, de rasgos tenísticos pero mucho más ligadas a lo mental. El tandilense tendrá una prueba de fuego, uno de esos exámenes de carácter. Frente a Jo-Wilfried Tsonga y su show: de saque tremendo, de palos que van al fleje o anchísimos, de monerías cómplices con su público, de permanente contagio con la tribuna. "La gente estará con él porque es local, así que tendré que estar muy concentrado y no pensar en cosas ajenas al partido. Si se jugara en Buenos Aires, el favorito sería yo. A él le gusta sentir el aliento, jugar con los espectadores. Debo estar muy enfocado. Va a haber de todo: acción, comedia… Una película tremenda", se imagina Delpo, que entrará a jugar en el tercer turno del día.
También, claro, hay olor a partido largo. Será, finalmente, en el Philippe Chatrier, el estadio de mayor capacidad de Rolanga. Basta de establos pequeños, incómodos. De hecho, JM pudo entrenarse un rato en este court, para adaptarse. Todas las canchas miden igual, pero no todas tienen cinco metros entre la línea de fondo y la pared. "Con Tsonga lo veo bien. El se basa mucho en el saque y Juan devuelve sólido. Cuando el francés no gana puntos con el servicio, se le complica. El 5 del mundo se agranda en estos partidos", fue el mensaje que le dejó Máximo González a su amigo antes de irse de París. Y el otro mensaje, en la previa al choque por octavos, lo firma el propio Delpo: "Todavía me queda combustible".(Olé)