Roger, siete veces Roger

La gente tenía razón. Este fin de semana, habíamos preguntado a través de nuestra cuenta de Twitter quien ganaba este domingo la final : Federer fue la mayoria aplastante para el suizo. Y la gente tenía razón.

La historia, experiencia, la chapa, llamarlo como usted quiera, jugaron a favor de la lógica, aunque a veces en los deportes ella no siempre tiene la razón, pero no en esta oportunidad.

A la postre, Andy Murray, resultó ser un formidable partenaire, y su emoción del final le llegó a mas de uno, incluso a este cronista, apoderándose del apluso de las 15000 almas en el All England.

En nuestro análisis de ayer, algo imaginabamos que podía suceder, y cuando se desarrollaba el partido, advertíamos que estabamos en lo cierto en algunas cuestiones, pero lo importante mas allá de ello, es que el tenis hoy triunfaba por sobre cualquiera que venciera este domingo. Y en eso también acertamos.

Pero debemos ir a lo que pasó, lo que ocurrió en el match final, en donde hubo dos partidos en uno.

Roger Federer conquistó su séptimo Wimbledon y se alzó como nuevo número uno del tenis mundial al vencer en la final al escocés Andy Murray, por 4-6, 7-5, 6-3 y 6-4, en tres horas y 24 minutos.

Desde ántes de la Segunda Guerra Mundial, Wimbledon no había visto a un británico tan cerca del título, pero Murray se desmoronó tras ganar el primer set ante la perfección estilística de un Federer que igualó al estadounidense Pete Sampras como el hombre que más veces se ha impuesto en este torneo en la era abierta.

Decíamos que hubo dos partidos en uno. Es que la lluvia, gran protagonista en esta edición del torneo, obligó a interrumpir el partido cuando se jugaba el tercer set. Tras su reanudación, ya nada fue lo que era ántes.

Murray saltó desde el inicio dispuesto a revolucionar el orden establecido y se impuso en el primer juego ante un Federer condenado a remar a contracorriente en el primer tramo de su octava final de Wimbledon (más que ningún otro jugador en la historia). Estaba encendido el escocés, y Roger no acertaba. Le metió presión, movilidad y estaba enfocado. ¿Cuánto le duraría ese impetu a Murray? Pronto se supo cuanto.

Con gran frialdad Murray cometía menos errores no forzados y colocaba más saques directos. Estaba intratable por momentos, supo manejar el set y prometía mas en el desarrollo. El escenario era pura sonrisa para Murray, cuando la central, silenciosa como un teatro durante el juego, estalló en aplausos al tiempo que el juez de silla, el español Enric Molina, otorgaba el primer set a Murray por 6-4 tras casi una hora de juego.

Hasta que despertó la fiera. Fue allí cuando el trámite varió. Federer aún se mostraba impreciso, y habia tenido errores no forzados en cantidad poco habitual en él. Murray, sin embargo, no desconfió lo suficiente de Federer, un nombre preeminente en la historia del tenis moderno que, a sus casi 31 años, parece aún lejos de haber levantado su último trofeo.

El suizo se puso firme, emprendió el set con decisión y salio a matar o morir conciente que debia descontar y rápido para emparejar la lucha y llevar todo al menos a un cuarto set. Ajustó su servicio, sus piernas cobraron vida nuevamente y sus vsitas a la red facturaban sin problemas. Rompió en el momento oportuno y desmoronó a Murray, que empezaba a dar muestras de flaqueza.

El segundo set se le escapó al escocés tras exhibir durante 54 minutos un tenis vehemente que no le bastó para superar a un Federer, ahora sí, encendido y con las riendas de la final empuñadas.

El sexto juego de la tercera manga fue el punto de inflexión que desquició definitivamente a Murray: Con 0-40 en contra, el suizo se obcecó en remontar ese juego, y se lo adjudicó, tras una batalla de 20 minutos, en la sexta bola de quiebre. Fue un game apasionante, extremo en emoción, y que constituyó la bisagra del partido.

Bajo el techo de la pista central, tras un parón de 40 minutos por la lluvia, el héroe local se golpeaba la frente con la palma de la mano tras fallar algunas bolas claras, incrédulo ante el giro que había tomado un choque que controló durante una hora, y en el que no supo hallar los recursos para enderezarlo de nuevo.

La pista se volvió mas rápida, y el juego del suizo en esas condiciones, es criminal. Apuró, le imprimió velocidad, algo que sabe manejar muy bien, y con acertadas aperturas, empezó a erosionar a Murray, que veía lentamente como se le escapaba la chance de sus manos.

Ya lanzado, Federer remató en el último set a un escocés vitoreado por el público, pero que no pudo hacer más que dejar paso al suizo en un escenario que ha dominado durante la última década. El haber cedido el parcial anterior, fue una sentencia prematura hacia el final que se esperaba.

Murray no soportó mentalmente el cambio de Federer, y no tuvo argumentos para sostener el buen ritmos que había propuesto en el comienzo. Por eso cuando decíamos que había dos partidos en uno, nos referíamos al "quiebre" cuando se reanudó tras la lluvia, que claramente benefició al suizo.

Murray, un tenista carente de carisma, y que siempre ha estado cerca, muy cerca de un GS, esta vez como nunca se arrimó a la chance de Wimbledon. Pero con Federer enfrente, la cosa es diferente.

Su emoción tras el match, partió a todos, que no pensabamos lo hondo que había calado en él esta derrota. Pero su grupo debe estar tranquilo, ya que hoy no pudo ante un jugador que es además de una leyenda, un diccionario de recursos en los momentos cruciales.

Algo a lo que tubo que acudir hoy desde el segundo set, cuando reaccionó a tiempo.

Federer es nuevamente n° 1, justo en Wimbledon, cuando en 2011 tambien había cambiado de manos, de Rafa a Djokovic. Parece mentira pero es asi, y habra que rendir tributo al nuevo-viejo rey del circuito.

El informe de ESPN

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